No nos engañemos, España tiene poco que hacer para ayudar a Repsol a recuperar YPF, su filial argentina expropiada por el Gobierno de Cristina Kirchner.
Pero el hecho no debería quedar en una pataleta del Gobierno español o en un plantón de las autoridades europeas. La decisión de Kirchner debería marcar un punto y aparte en las relaciones que el mundo civilizado tiene con este país.
Ayer, preguntado en Londres a varios expertos sobre Argentina, la opinión era unánime. Un boicot o sanciones económicas por parte de la Unión Europea le importan relativamente poco al Gobierno de Kirchner, mucho más interesado en mantener buenas relaciones con sus vecinos Latinoamericanos, con Estados Unidos y con China -el mayor importador de soja, la gallina de los huevos de oro de la economía argentina-.
Pero quizás sería muy de valorar que los países del G-20 se plantearan si Argentina merece estar en este club, en el que por cierto no está España, que siempre acude invitado. A Kirchner sí le importa y mucho estar en este foro. Pero tener el privilegio de codearse con las principales economías del mundo –cuando Argentina no lo es- debería tener unas contraprestaciones.
El G20 está formado por la Unión Europea y 19 países (las primeras economías del mundo, el conocido como G-8, más once países emergentes). En este foro también está China, es cierto, un país que todavía debe andar mucho, pero al menos su peso en el mundo está fuera de dudas: es la segunda economía del mundo, por detrás de Estados Unidos.
El ministro de Exteriores británico, Wiliam Hague, ha sugerido esta idea esta misma mañana, un signo que es de agradecer. Argentina y Reino Unido llevan treinta años con tensas relaciones, provocadas por el conflicto de las Malvinas. Pero que Hague se moje en este tema puede servir de gran ayuda a la diplomacia española.
Argentina no es un país fiable. La revista The Economist anunció hace unas semanas que dejaba de publicar datos macro del país porque no se fiaba de que fueran reales.
Su atraco a mano armada a Repsol ejemplifica también lo que el Gobierno está dispuesto a hacer: crear un clima de incertidumbre ante los inversores que provocará pérdidas millonarias en todos los sectores de actividad del país. Y que deja al país sin credibilidad alguna durante una generación, como decía ayer Financial Times.
Dado que su concepción del mundo de los negocios, del libre mercado, de la competencia y del mundo civilizado parece sacado de la Edad de Piedra, más que del siglo XXI, Argentina debería estar únicamente con países afines, como Venezuela, Cuba y Bolivia. Y su puesto en el G20 ser ocupado por España.
En Twitter: @AmparoPolo
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