viernes, 9 de septiembre de 2016

ARGENTINA/ Produnda crisis en la industria

Buenos Aires/ La industria continúa en recesión. De acuerdo a estimaciones oficiales la actividad se contrajo 7,9% anual en julio, acumulando un retroceso de 4% en lo que va del año. La combinación de una base de comparación elevada (los meses de junio a agosto fueron los de mayor actividad en 2015), una débil demanda interna, problemas de competitividad irresueltos y un contexto externo desfavorable explican el desplome del sector manufacturero. Cifras alternativas (FIEL y/o Ferreres) confirman este escenario. Mirando hacia delante, las condiciones podrían empezar a revertirse. Precisamente, el índice desestacionalizado de FIEL muestra un repunte mensual de 2,3%. Resta saber aún si se trata de un movimiento espurio o el inicio de un cambio de tendencia.


La rama automotriz es la más afectada. De acuerdo al Indec, la producción de vehículos se redujo 12 anual en julio (-13% acumulado). Las exportaciones, que tradicionalmente representan la
mitad de la producción, cayeron a su nivel más bajo desde el 2005, producto principalmente de la recesión en Brasil (8 de cada 10 autos exportados se destinan al país vecino). Como resultado, algunas plantas decidieron avanzar en retiros voluntarios y restructuraciones del proceso productivo a un solo turno, trasladando parte de la caída al mercado laboral.

En mayor o menor medida, el resto de los sectores muestra una dinámica similar. El bajón de la industria automotriz, sumado al freno de la construcción y la actividad petrolera, se derramó
sobre otros bloques. En concreto, todos los rubros se contrajeron en julio salvo químicos, que se mantuvo en equilibrio. Entre los más afectados estuvieron la producción de metales básicos, la refinación de petróleo y la metalmecánica. El cuadro de situación no cambia al mirar la dinámica de todo el 2016. Sólo 3 de los 12 bloquesindustriales crecieron en los primeros siete meses del año (textiles, plásticos y papel y cartón). De esta manera, apenas el 62% de la capacidad instalada en la industria es utilizada actualmente, muy por debajo del 74% promedio para la última década.

La falta de competitividad refuerza los problemas de demanda. Más allá de la débil demanda interna y externa, existen factores que, lejos de compensar la ecuación, limitan las posibilidades de una recuperación. Cuestiones cambiarias al margen, la presión impositiva y la calidad de infraestructura afectan la competitividad de nuestras manufacturas frente a productos extranjeros. Por otro lado, según la Cámara Empresaria de Operadores Logísticos (CEDOL), los costos logísticos crecieron un 44% en los últimos doce meses, evidenciando los problemas de competitividad en un segmento clave de la cadena productiva.

La dinámica industrial comenzaría a revertirse hacia fin de año, aunque sin alterar el resultado final. La desaceleración de los precios internos permitiría recomponer (parcialmente) el poder
adquisitivo de los hogares y, con ello, reanimar la demanda interna. Por otro lado, la reactivación de la obra pública impactaría sobre la construcción impulsando algunos bloques industriales conexos, canal que se intensificará durante el año próximo debido al factor electoral. Al mismo tiempo, resulta esperable que la demanda externa comience a repuntar lentamente de la mano de Brasil (se espera una  mejoría económica para fines de este año y en 2017), alentando la producción automotriz y de actividades ligadas. Por último, del lado de la oferta, más de un tercio de las
inversiones privadas anunciadas oficialmente estarían destinadas al sector industrial, lo cual evidencia una proyección favorable si las condiciones mejoran. Precisamente, es allí donde deberá enfocar el Gobierno sus esfuerzos. La industria emplea a uno de cada cinco trabajadores del sector privado registrado. Por ende, su reactivación será un factor fundamental para lograr el éxito en el frente económicoy también en materia política.

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