lunes, 13 de junio de 2016

ESPAÑA/ Demasiados bancos para un mercado que no los sostiene

España/ Demasiados bancos para un mercado que no los sostiene
 ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos? Estas tres preguntas, que dan nombre a la que, probablemente, sea la obra maestra del pintor francés Paul Gauguin, son también una buena forma de explicar el desconcierto que reina en el sector bancario español. En 2007, el sistema que el ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero definió como "el más sólido de la comunidad internacional", contaba con 60 entidades: grandes bancos, banca mediana, cajas de ahorro en casi todas las provincias e, incluso, regiones. Hoy, apenas nueve años después, tan sólo quedan dos cajas de ahorro de muy pequeño tamaño -Pollença y Ontiyent- y 16 bancos, y aún así el sector no es capaz de hacer frente a su gran problema: ser rentable.

El volumen de activos que manejaba el sector en España en 2007 ascendía a tres billones de euros. Ocho años después la cifra ha crecido apenas un 8,3%. Por ello, todo hace indicar que el número de jugadores se reducirá aún más en el corto plazo mediante un nuevo proceso de consolidación. El gobernador del Banco de España, Luis María Linde, ya abordó esta situación el pasado mes de diciembre cuando aseguró que "no se puede olvidar que la consolidación es otra vía para que el sector sea más rentable"; Danielle Nouy, presidenta del consejo de supervisión del BCE, lo subrayó en junio en Madrid al indicar que el banco que encuentre demasiado difícil el contexto actual debería fusionarse y el pasado jueves José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia, fue aún más explícito al afirmar que "los bancos no rentables o con rentabilidad insuficiente para atraer capital son una rémora para la sociedad".

Además, desde el sector se insiste en que cuando se produzca el primer movimiento todo el proceso se desatará en cadena, pero lo cierto es que todavía no hay pasos firmes.
Complicadas situaciones financieras
Banco Popular es uno de los nombres que más ha sonado para una posible compra por su complicada situación financiera e, incluso, ha mantenido ya algunos contactos con otros bancos como Banco Sabadell -otro que también puede estar abocado a una fusión o adquisición-, Banco Santander o CaixaBank.

Pero las conversaciones han estado lejos de fructificar y, en parte como consecuencia de ello, Popular ha anunciado la que es su segunda ampliación de capital por valor de 2.500 millones en cuatro años. Con esta decisión, la entidad presidida por Ángel Ron quiere hacer una suerte de borrón y cuenta nueva pero, por ahora, lo único cierto es que sus accionistas han sufrido una dilución de su participación de más del 90%. Y eso no asegura, ni mucho menos, que el banco vaya a ser rentable en los próximos años.

La falta de rentabilidad y las exigencias regulatorias presionan para reducir el número de bancos en el mercado. En el otro lado pesa la herencia del ladrillo. Una de las principales razones que explican cómo Popular ha llegado a una situación tan extrema está en la burbuja inmobiliaria. El banco abandonó su comedido modelo de gestión y tomó excesivos riesgos en forma de ladrillo que todavía le pesan. No fue la única entidad que paga los excesos cometidos en aquellos años.
Durante un lustro, bancos y cajas recurrieron al ladrillo como principal impulsor de su crecimiento. El estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 fue el factor que propiciaría dos años después la desaparición de la mayoría de las cajas, su conversión en bancos y su integración en grupos capaces de absorber el impacto.

Ocho años después y a pesar de las limpiezas propiciadas en 2012 y 2013 por el traspaso de activos tóxicos a Sareb, las entidades que han sobrevivido siguen cargando sobre sus balances cifras mareantes asociadas a suelo, viviendas terminadas o edificios en construcción.

Así, para las 13 principales entidades españolas el volumen de créditos dudosos, vinculados en su gran mayoría al ladrillo, ascendió en 2015 a 117.558 millones de euros con los seis mayores bancos (BBVA, Popular, CaixaBank, Santander, Sabadell y Bankia) cargando con más de 95.000 millones. La gran mayoría de las entidades aprovecharon la recuperación de actividad y precios en el mercado inmobiliario del año pasado para deshacerse de activos que les obligan a tomar medidas como provisiones con las que ofrecer mejores ratios de cobertura y ganar solvencia.

Hoy, recorrer el mercado buscando financiación exige llamar a menos puertas y, dentro de las oficinas, la actividad se concentra en la gestión de costes. A la espera de que una nueva ola de fusiones bancarias reduzca aún más el número de competidores, la producción de crédito nuevo sigue lejos de los primeros años de la pasada década, cuando la competencia entre bancos para firmar créditos hipotecarios llevó a las entidades a un exceso de riesgo.

El número de hipotecas concedidas apenas supone un 15% de lo que llegó a ser en 2005 y obedece a que, por una parte los bancos aseguran que no hay demanda solvente y, en segundo lugar, a que todo su foco está en digerir los excesos de los años de la burbuja. Hay menos bancos concediendo hipotecas pero también el número de bancos que corren con los gastos de sanear el sector es menor. A lo largo del año pasado, los grupos que dieron un mayor acelerón a la reducción de la morosidad crediticia fueron Santander -en su negocio en España-, Sabadell y Bankia. 

En su conjunto, las mayores entidades redujeron el volumen de la morosidad un 14%, 19.580 millones de euros, prácticamente la cifra que acumula BBVA, el banco que lidera esta tabla debido a la integración el año pasado de Catalunya Banc.
El lastre que supone una gran carga de ladrillo sobre el balance es considerado por los analistas un factor que señala a las entidades candidatas a ser absorbidas. En este sentido, tomando en cuenta los indicadores de activos dudosos de crédito junto a los adjudicados, lo que se denomina como morosidad ampliada, la entidad más vulnerable hasta el pasado mes de mayo era Banco Popular. Pero su macroampliación de capital de 2.500 millones de euros en marcha y su plan para liquidar activos inmobiliarios han diluido este ratio. El siguiente en la lista seríaBMN, cuya integración en Bankia está en discusión.

Cierre de oficinasEn su búsqueda de rentabilidad, las entidades bancarias también recurrirán al cierre de oficinas y la reducción de sus plantillas. Actualmente, Bankia, que ya aplicó un ERE en 2013 sobre 4.500 trabajadores reestructuró su red y a día de hoy lidera los ratios de productividad en negocio por empleado y oficina. Al ser insuficiente la rentabilidad del negocio las entidades recurren a la gestión de costes. BBVA, por ejemplo, advirtió de que cerrará hasta 2.800 oficinas en España a largo plazo. Banco Santander, por su parte, anunció en abril el cierre de 450 oficinas y despidos ante el "actual entorno económico y el fuerte incremento de los costes regulatorios", mientras que Unicaja planea llevar a cabo 1.120 despidos en Banco Ceiss, un tercio de la plantilla de esta entidad. Y la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) calcula que el conjunto del sector cerrará 3.000 oficinas y despedirá a unas 14.500 personas hasta 2019. Estos recortes se sumarán a los que el sistema sufre desde 2008, período en el que la desaparición de entidades y los sucesivos ajustes han provocado el cierre de un tercio del total de oficinas y que las plantillas se hayan visto reducidas en más de 70.000 trabajadores.
Fuente: ElMundo.es

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