sábado, 23 de abril de 2016

Tras las huellas de Don Quijote en La Mancha

Por Susana Vera
ARGAMASILLA DE ALBA, Ciudad Real(Reuters) - Cuando escribió "Don Quijote de La Mancha" Miguel de Cervantes no reveló el lugar de nacimiento del caballero de mediana edad obsesionado con corregir heroicamente las injusticias del mundo y recuperar la tradición perdida de las órdenes de caballería.

Pero muchos identifican Argamasilla de Alba, una población de casi 7.000 habitantes, como su ciudad natal, situada en medio de la árida región de Castilla La Mancha.
"Las dos cosas más internacionales de La Mancha son Don Quijote y nuestro queso", dijo Ángel Gutiérrez, un pastor que cuidaba su rebaño de ovejas no muy lejos de la tranquila población.
Cuatrocientos años después de la muerte de Cervantes, las referencias a Don Quijote, su fiel escudero Sancho Panza y su hermosa dama Dulcinea abundan en las poblaciones cercanas, desde dulces a producciones teatrales con ganado incluido.
Por ejemplo, cada año Gutiérrez presta sus animales a un grupo de teatro que reproduce en las calles de la población la parte de la novela en la que Don Quijote carga contra dos rebaños de ovejas tras confundirlos con ejércitos.
La región está salpicada con los históricos molinos de viento que protagonizan el conocido episodio del libro cuando Don Quijote combate contra los molinos al imaginar que son gigantes.
De la obra cumbre de Cervantes mucho ha trascendido, como el adjetivo "quijotesco", símil de idealista o poco práctico.
Al atardecer en Campo de Criptana, realmente los molinos parecen flotar como gigantes en la distancia, como se puede comprobar en esta galería de imágenes de Reuters: reut.rs/23GJmIW.
Otras poblaciones de Castilla La Mancha luchan por la distinción de ser el lugar de origen de Don Quijote, pero Argamasilla de Alba exhibe una casa reconstruida con una cueva subterránea, donde, según una leyenda local, Cervantes estuvo preso.
En el prólogo de su obra maestra, Cervantes escribió que su obra había sido "engendrada en la cárcel". Ahora los turistas pueden visitar la Cueva de Medrano e imaginarse a Cervantes escribiendo allí.
El gran amor de Don Quijote, Dulcinea, una campesina que él imagina como una refinada y guapa dama, supuestamente vivió en la población de El Toboso, un pequeño pueblo rodeado de viñas. La hermana Isabel, una monja de clausura de la Orden de las Clarisas, hornea dulces bautizados en honor a Dulcinea en el obrador del convento.
La hermana Isabel, de 39 años, y otras monjas llevan horneando los "Caprichos de Dulcinea" desde 2005, coincidiendo con el cuarto centenario de la publicación de la primera parte de El Quijote. Se han convertido en uno de sus dulces más populares.
Mientras, un polvo gris yace en el suelo de la Cueva de Montesinos, cerca de las Lagunas de Ruidera, donde se cree que Cervantes ambientó la parte del libro donde Don Quijote se queda dormido en una cueva para verse acosado por sus sueños fantásticos.
Son las cenizas de Bob, "El Quijote Inglés", que se instaló en la región cuando se casó con una española y empezó a hacerse pasar por Don Quijote en el exterior de la cueva, junto a las lagunas.
Tras fallecer en un accidente de tráfico en enero, su familia decidió esparcir sus cenizas en los lugares que tanto le apasionaban.

Casi quijotesco, dirían algunos.

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