viernes, 5 de diciembre de 2014

Margaret Thatcher, la renovadora del libre mercado


Conviene eliminar imediatamente una tentación existente: la de derivar la política de la economía. Lo enunció así el gran economista George J. Stiglir en «The Economist as preacher»en 1982: la principal «lección que extraigo de nuestra experiencia como predicadores es que somos bien recibidos en la medida en que predicamos lo que la sociedad desea oír».
Por eso en Gran Bretaña, con el rescoldo de la Gran Depresión mezclado con el trauma de la II Guerra Mundial se deseaba oír de los economistasel mensaje que Keynes había culminado con su «Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero» y todo lo que de ella se desprendía para enlazar con el Estado del Bienestar.
Esto se iba aclarando progresivamente por la organización política laborista que enlazaba con la Sociedad Fabiana. Aunque según Hayk, Beveridge no sabía economía a fondo, sus dos Libros Blancos pasaron a enlazar lo que la sociedad británica deseaba y lo que parecían exponer los economistas. Recuérdese el contenido del libro del, por otra parte premio Nobel de Economía, Arthur Lewis, «La Planeación Económica». En el neokeysianismo «circo de Cambridge», por ejemplo de la mano de Sraffa y Joan Robinson surgía una especie de resurrección de Carlos Marx.
Todo esto evidentemente era lógico con los gobiernos laboristas, pero no con los conservadores. En lo internacional el fracaso en 1956 del conflicto de Suez con un gobierno conservador pilotado por Robert A. Eden,parecía mostrar que en política ya poco podía esperarse de la alta administación del Reino Unido y que lo ilusionante era lo que los sindicatos organizados en las «trade unions», llevasen adelante, junto con una política intervencionista y estratificadora.
El gran papel de Margaret Thatcher fue triple. Por un lado, renovar las posibilidades de un sistema económico basado en la economía de libre de mercado. Recogía, de algún modo, aquella frase de Keynes, en vísperas de su muerte, sobre esos neokeynesianos francamente socialistas: «Son unos tontos». Y se atrevió a poner esto en acción. La realidad más clara se mostró en su resistencia victoriosa en el conflicto con los mineros, pero no fue la única. La segunda fue su acción sorda, pero tenaz, contra las exigencias de la Comunidad Económica Europea. Los problemas planteados por ella se encuentran entre los principales que motivaron, como señalanRamón Tamames y Mónica López, «prácticamente que el tema de la Unión Política no volviera a plantearse». Es el fundamento del llamado, y logrado por Margaret Thatcher, «cheque británico».
La decisión del 7 de mayo de 1985 dio paso a una situación nueva, financiada por once estados de la Comunidad Europea en favor del Reino Unido. Este recibía la diferencia entre los pagos que efectuaba al resto de la Comunidad -las excepciones eran el tercio germano y la realidad de España y Portugal- y los ingresos efectivos británicos que provenían del ámbito comunitario. Por otro lado, cuando tras Maastricht se decidió caminar hacia una unión monetaria, el mundo británico escarmentado después de lo sucedido con los tipos de interés alemanes tras la unificación monetaria del marco alemán y el marco oriental después del derrumbamiento del muro de Berlín, hizo que la libra esterlina perviviese. La City continuó siendo un mercado financiero muy especial y ajeno al euro. El 3 de abril de 2013, por un dólar se entregaban 0,78 euros y 0,66 libras esterlinas. Y el triple papel de Margaret Thatcher fue el de borrar el fracaso del conflcito de Suez con su intervención victoriosa en Las Malvinas.
Mucho la criticaron ciertos economistas. No tuvieron en cuenta aquello que dice Schumpeter en su «Business Cycles»: «Es irracional esperar que el economista prediga correctamente lo que sucederá en realidad, como lo sería esperar que un médico pronosticase cuando sufriría un paciente un accidente de carretera y cómo afectaría este a su estado de salud». Margaret Thatcher no jugó a economista y sí a gran política. Por eso, sencillamente, eliminó riesgos en la carretera del Reino Unido.

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