Por NICHOLAS HASTINGS
LONDRES (Dow Jones)— Tener fe en la libra puede no ser fácil pero debería valer la pena.
La libra ya ha tenido una buena racha este año y ha subido casi 6% contra el dólar desde el comienzo de enero. Y como la recuperación económica del Reino Unido difícilmente cobrará fuerza pronto, podría ser el momento oportuno para tomar ganancias, especialmente después de que nuevos datos del PIB mostraron que el país ha entrado en recesión.
Sin embargo, aún hay tres buenas razones por las cuales vender ahora la libra puede no ser una muy buena idea.
Primero, la economía.
A pesar del traspié del primer trimestre, el crecimiento debería repuntar a partir de ahora. Un reciente aumento pronunciado en las ventas minoristas y la perspectiva de sólidas mediciones de la actividad fabril y del sector de servicios la próxima semana sugieren que el país gradualmente está saliendo de su bajón.
Aún hay inquietudes acerca del bajo nivel de préstamos bancarios y los datos del martes de un mayor endeudamiento de lo previsto en el sector público apuntan a que continúan las dificultades en el cumplimiento de las metas fiscales.
No obstante, el curso de la recuperación parece estar trazado y el Banco de Inglaterra parece satisfecho con el rumbo de su política por el momento.
Y eso nos lleva a la segunda razón.
El banco central no parece inclinado a relajar más la política monetaria. No solo las presiones inflacionarias han demostrado ser más robustas de lo previsto, sino que miembros del comité de política monetaria del banco han estado dispuestos a poner de relieve las mejoras subyacentes en la economía.
Una verdadera restricción de la política monetaria del Reino Unido ciertamente parece improbable por el momento, pero ello no significa que una mayor dosis de relajamiento cuantitativo sea más probable.
Es esta posición de política lo que contribuye a proveer la tercera razón para tener fe en la libra. Las posiciones de política en otras partes no están tan claras.
En la eurozona, las señales indican que varios miembros periféricos ya han recaído en una recesión y los recientes datos de actividad sugieren que Alemania bien podría ser lastrada con ellos. El fracaso del gobierno holandés por las negociaciones presupuestarias esta semana también indica que la voluntad política de emprender programas de reducción de déficit está mermando rápidamente.
Aún está por verse cómo reacciona el Banco Central Europeo, pero la más reciente evaluación económica hecha por su presidente, Mario Draghi, difícilmente fue optimista. Tal vez lo más inquietante fue su reconocimiento de que la demanda de crédito sigue débil a pesar de los propios intentos del BCE por aumentarla mediante la entrega de préstamos baratos a bancos europeos.
Una incertidumbre similar pende sobre el futuro de la política monetaria de Estados Unidos, donde la Fed sigue resuelta a mantener abierta la opción de una mayor relajación cuantitativa, dadas las señales de que la recuperación allí también podría estar trastabillando.
Todo esto sugiere que en tanto los riesgos bajistas pueden estar aumentando en la eurozona y EE.UU., el Reino Unido puede estar más concentrado al alza. Y la dirección resultante de estrategia probablemente siga obrando a favor de la libra, al menos por el momento.
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