Por Karolina Tagaris y Harry Papachristou
ATENAS (Reuters) - Los trabajadores griegos en huelga calificaron el viernes como demasiado exigentes las nuevas demandas del FMI y la UE, pero el ministro de Finanzas dijo que había que decidir en los próximos días si se aceptaban o no los pedidos, afirmando que estaba en juego la permanencia en el euro.
La policía arrojó gases lacrimógenos contra un grupo de manifestantes encapuchados que tiraban bombas molotov, piedras y botellas en el centro de Atenas.
El mayor sindicato policial de Grecia dijo que emitirá órdenes de arresto contra los prestamistas internacionales de Grecia por atentar contra la democracia y señaló que se negaría a "luchar contra nuestros hermanos".
Mientras crece el malestar popular, el líder de un partido de extrema derecha de la coalición de Gobierno dijo el viernes que no podía votar a favor del acuerdo de rescate de 130.000 millones de euros que el país necesita para evitar una cesación de pagos.
"Expliqué a los otros líderes políticos que no puedo votar a favor de este acuerdo de crédito", dijo George Karatzaferis, jefe del partido LAOS, en una conferencia de prensa.
El partido de Karatzaferis posee 15 diputados en el Parlamento griego de 300 escaños, lo que significa que su negativa a respaldar el acuerdo no evitaría que éste sea aprobado por el pleno de los legisladores.
La coalición de gobierno es liderada por el socialista PASOK y por la fuerza conservadora Nueva Democracia, que apoyan al primer ministro Lucas Papademos.
Personal del Ministerio de Finanzas, que debe implementar los recortes de empleos, salarios y pensiones acordados, ondeó banderas negras, en un país agobiado por cinco años de recesión y al borde de perder la paciencia con las medidas de austeridad exigidas por sus acreedores externos.
El ministro de Finanzas Evangelos Venizelos dejó claro que Grecia casi no tiene más alternativa que aceptar las duras condiciones que impone el plan de rescate, si quiere evitar una moratoria cuando deba pagar en marzo un gran vencimiento de bonos.
El Parlamento debe votar el paquete de austeridad entre el domingo y el lunes. El ministro dijo que para la próxima semana Grecia debe decidir si está dispuesta a asumir el dolor y mantenerse en la zona euro o enfrentar tiempos más duros por sí sola.
"Es momento de que tomemos una decisión", declaró Venizelos en Bruselas después de que los ministros de Finanzas de la zona euro rechazaran aprobar en ese encuentro el plan de rescate. "Lamentablemente, tenemos que elegir entre sacrificios y sacrificios incluso más grandes", dijo.
Los recelosos ministros de la zona euro dieron a Atenas seis días para demostrar su compromiso con las reformas mediante la aprobación de legislación clave, el hallazgo de 325 millones de euros extras en ahorros y garantías de que el programa se mantendrá tras las elecciones previstas en el país.
El euro y las acciones europeas caían en respuesta a los temores de un fracaso en la reestructuración de la deuda griega.
Los manifestantes que participaban de la huelga de 48 horas trazaban paralelos entre sus actuales padecimientos y los siete años de dictadura militar que vivió el país.
En la Plaza Syntagma, frente al Parlamento, resonaban canciones de las décadas de 1960 y 1970 contra la junta militar de entonces. La policía dijo que dos efectivos resultaron heridos y que tres manifestantes fueron detenidos.
En momentos en que Grecia está quizá en su punto más bajo desde que la junta militar fue derrocada en 1974 y volvió la democracia, los manifestantes atacaban a la troika de prestamistas de Grecia.
"No agachen sus cabezas, no a los despidos, no a los recortes salariales, no a los recortes de pensiones", vociferaban los manifestantes.
Incluso la policía, que desde que estalló la crisis hace más de dos años se ha enfrentado en numerosas ocasiones con los distintos manifestantes, anunció su resistencia a las exigencias de los prestamistas.
"Como pueden ver, ustedes están continuando esta política destructiva, por lo que les advertimos que no pueden hacernos luchar contra nuestros hermanos", dijo el mayor sindicato policial en una carta abierta a la troika de acreedores.
La UE y el FMI están disgustados por una serie de promesas rotas por parte de Atenas y por semanas de idas y venidas en torno a los términos del plan de rescate, mientras el tiempo se acaba para que Grecia pueda evitar una moratoria de su deuda.
El presidente de los ministros de Finanzas de la zona euro, Jean-Claude Juncker, fijó tres condiciones, afirmando que el Parlamento griego debe ratificar el paquete cuando se reúna el domingo y que deben identificarse reducciones de gasto adicionales de 325 millones de euros hasta el próximo miércoles.
Una vez que se cumplan estas condiciones, los ministros de la zona euro se volverían a reunir.
Pero esas condiciones serían demasiado altas. Muchos griegos, que ya sufren los efectos de cinco años consecutivos de recesión, están cada vez más descontentos con las medidas de ajuste, que no provocarían mejoras en una economía donde una de cada cinco personas está desempleada.
La huelga paralizó el transporte subterráneo y de buses, mientras que las embarcaciones permanecían varadas en los principales puertos del país en el marco de la huelga de 48 horas.
Los médicos y los empleados bancarios también abandonaron sus labores. Los vuelos no se veían afectados, dijo un funcionario del aeropuerto
"LÁPIDA"
"Las medidas incluidas en el nuevo memorando (UE/FMI) y que fueron acordadas por los tres líderes políticos con el Gobierno son una lápida para la sociedad griega", dijo en un comunicado el sindicato de empleados públicos ADEDY.
"Es momento de que el pueblo se pronuncie", agregó.
ADEDY y su socio del sector privado GSEE representan a cerca de dos millones de trabajadores, casi la mitad de la fuerza laboral griega. Desde que el país recibió el primer rescate en el 2010, han realizado reiteradas huelgas.
Los dos sindicatos convocaron a los trabajadores a concentrarse frente al Parlamento. La asistencia a las protestas ha sido relativamente reducida durante los últimos meses y el acto del viernes será una prueba del malestar contra las medidas de austeridad.
Con elecciones probablemente en abril, los líderes partidarios griegos han sido renuentes a aceptar las duras condiciones impuestas por sus acreedores.
Tras días de demoras, y bajo la amenaza de una moratoria caótica que podría sacar al país de la zona euro, aceptaron el jueves bajar el salario mínimo en un 22 por ciento para hacer más competitiva la economía.
Juncker volvió a instar a Grecia a cumplir sus promesas.
"En resumen, no habrá desembolsos sin implementación (previa de reformas)", aseguró el jueves tras la reunión de ministros en Bruselas.
Pero la resistencia está creciendo entre los legisladores que deben votar el paquete.
El viceministro de Trabajo, perteneciente al Partido Socialista, renunció esta semana, mientras que unos 35 legisladores socialistas pidieron medidas para suavizar el impacto del ajuste.
Según una agencia de noticias local, el parlamentario socialista Pavlos Stasinos renunció el viernes y sitios webs dijeron que otro legislador estaba amenazando con hacerlo. Sin embargo, solamente dimisiones en masa amenazarían al aprobación del plan.
"Lo más probable es que haya una serie de renuncias y abstenciones, pero no creo que la iniciativa no alcance la mayoría requerida", dijo el analista político Georfe Sefertzis a Reuters.
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