Jorge Cerrigone Lloyd
Según parece, la feria del libro de buenos aires dará comienzo con una visita ilustre; el reciente nobel de literatura Mario Vargas Llosa. Según también parece, los primeros en poner el grito en el cielo ante la distintiva visita ha sido el grupo de intelectuales oficialistas denominado Carta Abierta, del cual me he encargado en algunas oportunidades.
La intención que dejan entrever estos inefables personajes al pretender proscribir al Nobel de literatura, no hace más que confirmar las características intelectuales y militantes de ése conjunto de "pensadores", las cuales han sido abordadas aquí. Pero; ¿Cuál es la idea fuerza que sustenta la censura que pretenden impulsar? Por lo que mis indagaciones preliminares indican, no es otra que la esperada y predecible argumentación política de los pensadores unidireccionales, aquellos que escriben y piensan al igual que un egipcio dimensionaba sus dibujos hacia el 1000 A.C; sin perspectiva y falto de profundidad.
Así entonces, Mario Vargas Llosa estaría del lado de los malos y al servicio de lo peor del imperialismo transnacional, con pretensiones de erosionar los avances dignificantes que el populismo ha logrado en la última década. También sería un exégeta liberal al servicio del más demoníaco pensamiento político; el que pregona que una sociedad de hombres libres, respetando y apuntalando de pleno derecho la propiedad privada y las instituciones creadas para tal altruista meta, es la mejor posible luego de observar las aberrantes opresiones en las que decantaron las experiencias personalistas de los socialismos planificados, los "comunismos científicos" y los "populismos dignificantes".
La paradoja que interpela al presente culebrón generado por estos intelectuales, descansa precisamente en el simbolismo conceptual del nombre que los agrupa, Carta Abierta; ¿Una carta abierta a quien? ¿Misiva simbólica para qué cosa?
Las características de la carta que vienen construyendo es precisamente contraria a lo que indica su slogan; descalificar, proscribir, cercenar, oscurecer y trabajar operativamente para apuntalar el lobby oficial, parece ser la empedernida tarea de esta usina ideológica. Quiera el destino que no tengamos que vivir -nuevamente- el triste acontecimiento de ver un grupo de escrachadores operando en la feria del libro al más puro estilo de las juventudes musolinianas; los Fasci Giovanili di Combattimento. Esperemos poder disfrutar el sublime acto que significa brindarle a la palabra ese haz lumínico perdido en nuestro suelo. Dejemos al Nobel acariciarla y no permitamos a los innobles golpearla.
La intención que dejan entrever estos inefables personajes al pretender proscribir al Nobel de literatura, no hace más que confirmar las características intelectuales y militantes de ése conjunto de "pensadores", las cuales han sido abordadas aquí. Pero; ¿Cuál es la idea fuerza que sustenta la censura que pretenden impulsar? Por lo que mis indagaciones preliminares indican, no es otra que la esperada y predecible argumentación política de los pensadores unidireccionales, aquellos que escriben y piensan al igual que un egipcio dimensionaba sus dibujos hacia el 1000 A.C; sin perspectiva y falto de profundidad.
Así entonces, Mario Vargas Llosa estaría del lado de los malos y al servicio de lo peor del imperialismo transnacional, con pretensiones de erosionar los avances dignificantes que el populismo ha logrado en la última década. También sería un exégeta liberal al servicio del más demoníaco pensamiento político; el que pregona que una sociedad de hombres libres, respetando y apuntalando de pleno derecho la propiedad privada y las instituciones creadas para tal altruista meta, es la mejor posible luego de observar las aberrantes opresiones en las que decantaron las experiencias personalistas de los socialismos planificados, los "comunismos científicos" y los "populismos dignificantes".
La paradoja que interpela al presente culebrón generado por estos intelectuales, descansa precisamente en el simbolismo conceptual del nombre que los agrupa, Carta Abierta; ¿Una carta abierta a quien? ¿Misiva simbólica para qué cosa?
Las características de la carta que vienen construyendo es precisamente contraria a lo que indica su slogan; descalificar, proscribir, cercenar, oscurecer y trabajar operativamente para apuntalar el lobby oficial, parece ser la empedernida tarea de esta usina ideológica. Quiera el destino que no tengamos que vivir -nuevamente- el triste acontecimiento de ver un grupo de escrachadores operando en la feria del libro al más puro estilo de las juventudes musolinianas; los Fasci Giovanili di Combattimento. Esperemos poder disfrutar el sublime acto que significa brindarle a la palabra ese haz lumínico perdido en nuestro suelo. Dejemos al Nobel acariciarla y no permitamos a los innobles golpearla.
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