Municipalidad de Tobruk, liberada (23/02/2011).
Desde la frontera con Egipto hasta la Bengasi, la ciudad Nº2 de Libia, luego de la capital, Tripoli, los comités populares ya son los dueños de la situación.
Gadafi ha perdido el control de Bengasi, el puerto de Derna y Tobruk. Llegan noticias desde Misurata, 200 kilómetros al este de Trípoli, de que la oposición se hizo con el control de la zona.
Pero Muamar el Gadafi no se rinde y ha contratado a cientos de mercenarios subsaharianos que se sumaron a milicianos oficialistas, convergiendo todos en Trípoli, donde resistirá el viejo régimen.
En Bengasi ya no hay presencia de las tropas de Gadafi.
Gadafi mandó a bombardear Bengasi pero la tripulación del avión hizo un aterrizaje forzoso al sudoeste de la ciudad, indicó una fuente militar según citó el diario libio Quryna, evitando una nueva tragedia después de casi una semana de violencia.
Los opositores combatieron durante 4 días contra las fuerzas especiales de Gadafi, en cuyo cuartel se ven los restos dejados por las excavadoras usadas por la población para derribar los muros.
Las armas de la población eran bombas caseras molotov que tiraban contra los muros del cuartel mientras que el ejército libio utilizaba morteros antiaéreos.
Pero los soldados se pasaron a la oposición. Un oficial de la Fuerza Aérea, el mayor Rajib Faytouni, dijo en Bengasi, cuna de la revuelta, que había sido testigo de la llegada, entre el 14/02 y el 17/02, de de hasta 4.000 mercenarios en aviones de transporte libios, informó el diario londinense The Guardian.
"Por eso nos pusimos contra el Gobierno. Por eso y por el hecho de que hubo una orden de usar aviones para atacar a la gente", añadió.
Hosam Ibrahim Sherif, director del centro de salud de Bengasi, dijo a Reuters que habían muerto alrededor de 320 personas en la ciudad.
En el centro de la ciudad no se ven milicias populares, que sí están en los accesos de la ciudad, integradas por jóvenes.
Los ciudadanos sí han creado comités populares temáticos: sector legal, económico, de seguridad, etc.
Bengasi se encuentra a 1.200 kilómetros al este de Trípoli, y el lunes 21/02, según un abogado, el comité de seguridad arrestó a 36 mercenarios contratados por el régimen para aniquilar a los manifestantes.
Los autodenominados "comités populares" intentan organizar la vida pública.
De vez en cuando, según relatas diversos corresponsales, se escuchan ráfagas de disparos al aire, celebrándose el triunfo en la plaza principal de la ciudad.
Avanzando 150 kilómetros hacia el oeste, en Tobruk, un puerto estratégico en el distrito más próximo a Egipto, también fue liberado de Gadafi. Los militares decidieron apoyar las protestas y permitieron la difusión de imágenes en directo de una manifestación anti-Gadafi.
Avanzando aún más hacia el oeste, en el vecino distrito de Derba, la situación se repite, ya que el viceministro de Exteriores libio, Jaled Kaim, ha asegurado que Al Qaeda ha formado allí un emirato islámico.
Él se lo dijo a embajadores europeos, detallando además que detrás del movimiento hay un antiguo preso de Guantánamo.
La insistencia del régimen en vincular cualquier forma de protesta con el terrorismo denota que piensa seguir usando toda la fuerza contra los manifestantes.
Muchos soldados se han despojado de sus uniformes y ayudan a controlar el territorio vestidos de civil, armados con sus fusiles kalashnikov.
El general Soliman Mahmud al-Obeidy dijo a Reuters que el líder libio ya no es de fiar. "Estoy seguro de que va a caer en los próximos días", declaró.
En la frontera con Egipto, soldados que ya no responden a Gadafi autorizaron el ingreso de algunos corresponsales de medios internacionales que permanecían en El Cairo.
El viceministro libio de Asuntos Exteriores, Khaled Kaïm, ha advertido que los periodistas que ingresaron "ilegalmente" en Libia serán considerados "como colaboradores de Al Qaeda y como forajidos".
El canal de TV británico Sky News mostró imágenes de misiles antiaéreos en lo que dijo era una base militar abandonada cerca de Tobruk, demostración que tampoco allí manda Gadafi y que los corresponsales están barriendo en abanico el territorio libio.
Desde Tobruk, el relato de un corresponsal de Reuters: "El edificio abrasado que albergaba la comisaría central de policía es el escenario de una imagen que ejemplifica la ira de Libia contra su dictador. Un monigote de trapo con el rostro del tirano dibujado pende de una soga sobre la multitud enfervorecida. Los fusiles Kaláshnikov lanzan ráfagas al aire entre el griterío de los manifestantes. Un militar se asoma por una ventana tocado con una gorrilla roja y prende fuego al muñeco ante el delirio de la muchedumbre. "Ilegal, ilegal, Gadafi ilegal!", vociferan. (...)".
En Tobruk los niños exhiben banderas rojas, negras y verdes con una media luna y una estrella en el centro. Así fue la bandera de Libia luego de la independencia. Después Gadafi la modificó. Ahora volverá a cambiar.
Miles de libios y de extranjeros intentan salir del país. Muy diferente es la situación en Trípoli. En las calles de la capital sólo caminan policías, militares y milicianos subsaharianos armados, según la BBC.
Según testigos citados por The New York Times, en Trípoli reina el terror.
La situación de los partidarios de Gadafi es tan desesperada que 17 pilotos de la Fuerza Aérea de Libia fueron ejecutados en Trípoli tras negarse a bombardear barrios que controlan los rebeldes en la ciudad de Zauia, a 44 kilómetros de Tripoli, según fuentes libias relacionadas con el Ejército.
Según el diario Quryna, un avión militar se ha estrellado a las afueras de Trípoli, sin causar víctimas. El motivo: el piloto y el copiloto del aparato, un Sukoi 22, han saltado en paracaídas para evitar cumplir la orden de bombardear un barrio de la ciudad.
Los opositores preparan su primera protesta organizada para este viernes 25/02.
Gadafi, quien alguna vez fue respetado por muchos libios pese a su gobierno represivo, pidió una muestra masiva de apoyo el miércoles 23/02, pero sólo unas 150 personas se congregaron en la plaza Verde de Trípoli, llevando la bandera libia y retratos de su líder.
"Llega un mensaje a cada teléfono móvil sobre una protesta general el viernes en Trípoli", le explicó un residente al Times.
Mientras tanto, las autoridades libias enviaron otra cadena de SMS a los empleados públicos para que vuelvan a sus puestos. Hay que dar señales de normalidad.
Alguna gente sigue concurriendo al trabajo. Mientras, las milicias de Gadafi intentan borrar pruebas de la matanza de civiles, llevándose durante la noche los cadáveres de manifestantes de la morgue de un hospital.
Gadafi les pidió a sus partidarios que mantengan el control sobre las localidades Misurata, Sabratha y Zawiya, así como de las carreteras que enlazan esas poblaciones.
Pero algunos informes indican que banderas de Gadafi han sido quemadas en Zawiya, a 50 kilómetros al oeste de Trípoli, y que tras días de combate los revoltosos habrían tomado el control de Misurata, situada a 200 kilómetros de la capital libia.
Ya hay hasta 1.000 muertos, dijo el ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Franco Frattini.
Un médico francés, Gérard Buffet, que ha logrado salir de Libia ha declarado a France Presse que el 1er. día de revueltas en Bengasi, el 15/02, contó en el hospital hasta 75 muertos. "Creo que en total puede haber más de 2.000 muertos", explicó.
La Federación Internacional de Derechos Humanos, que agrupa a más de un centenar de organizaciones, ha constatado ya al menos 640 muertos en la zona. De estos, 130 son militares ejecutados por sus militares por negarse a cumplir órdenes.
Los precios del petróleo treparon por encima de US$ 110 el barril por temor a que el caos se expanda hacia otras naciones productoras de crudo e interrumpa los suministros, quebrando las esperanzas de una rápida recuperación económica mundial.
El ministro del Interior, Abdel Fatah Younes al Abidi, y un asesor de Saif, el influyente hijo de Gadafi, abandonaron al Gobierno.
Younes es un camarada de Gadafi desde los tiempos de la revolución de 1969, y adhirió a la denominada Revolución del 17 de Febrero, que reclama la salida del dictador. El ministro pidió al Ejército que se sume a los manifestantes y respalde sus demandas "legítimas"
"Renuncié a la Fundación Gadafi el domingo 20/02 para expresar mi disgusto ante la violencia", dijo Youssef Sawani, director ejecutivo de la fundación, en un mensaje de texto enviado a Reuters.
La bandera del régimen todavía se divisa desde Túnez al final de la frontera, en la parte libia. El puesto de Ras Ajdir fue un punto de encuentro de periodistas, integrantes de ONGs y ciudadanos tunecinos curiosos para ver llegar a los refugiados.
La mayoría no eran libios, sino ciudadanos tunecinos o de otras nacionalidades que trabajan en Libia.
A medida que iban pasando, cargados de maletas y bolsas de plástico, los tunecinos les recibían con algunos gritos utilizados en las protestas que acabaron hace más de un mes con la huida del dictador de Túnez, Zine El Abidine Ben Ali: "Dégage, dégage... (lárgate, lárgate).
Fue gritado contra Ben Ali, contra Hosni Mubarak y ahora contra Gadafi.
Los informes de los refugiados que cruzan la frontera hacia Libia informan de que los combates son muy intensos tanto en las ciudades como en las carreteras.
De confirmarse los informes, Gadafi solo controla el sur de Trípoli. Esos informes dicen que los 200 kilómetros que separan a Trípoli del puesto fronterizo de Ras el Adjir están llenos de retenes controlados por soldados libios, todavía seguidores del dictador.
Sin embargo, en al menos 4 localidades ubicadas en ese trayecto (Zuara, Zawiya, Sabratha y Musratah), los rebeldes controlan la situación.
Los rebeldes en esa zona son 3 tribus que parecen haberse hecho con el control: los Nawayel, los Regim y los Khewailed.
Cada hora se alarga la lista de militares, embajadores y altos funcionarios libios que dimiten, encabezados por el destinado en Washington, Ali Aujali, quien siguió los pasos de los miembros de la representación libia en la ONU (salvo el titular).
Los diplomáticos en Francia y ante la Unesco expresaron su respaldo "al pueblo en esta revuelta contra la máquina de la opresión", si bien no renunciaron. Sí lo hicieron los embajadores libios en Bangladesh e India. Las embajadas en Malasia y Australia difundieron comunicados de condena de la represión.
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