Los bancos centrales son autoridades reguladoras de la política monetaria de un país y único proveedor e impresor de los billetes y monedas en circulación. Los bancos centrales han sido llamados “prestadores de último recurso”, por lo que también proveen las economías de los países de fondos cuando los bancos comerciales tienen una escasez de los mismos, ésta es su función microeconómica. Sin embargo, la meta principal de los bancos centrales es proveer las monedas de sus países con estabilidad de precios al controlar la inflación a través de la ejecución de políticas, lo que constituye su función macroeconómica.
La banca central es de suma importancia en todo país por el derecho legal que normalmente se otorga a los bancos centrales para crear dinero. Este dinero puede servir como medio de pago, unidad de cuenta y depósito de valor. Uno de los temas más importantes que surgen inmediatamente después de conceder este derecho a un banco central es si esta función debe caer bajo el control de la rama ejecutiva del gobierno o debe dejarse ejecutar libremente por una institución independiente, autónoma y poderosa, dirigida por personas no elegidas.
Es una prerrogativa del Estado conducir la política monetaria, pero no puede ser creíble si se hace por el gobierno. En el corto plazo, el gobierno tiene muchos objetivos, incluyendo el de ser reelegido. Incluso si el gobierno dice que tratará de alcanzar la estabilidad de precios, el público en general sabe que tiene incentivos para comprometer este objetivo -el llamado problema de inconsistencia temporal (Lybek, 2004). El público en consecuencia requiere una prima de riesgo en forma de tasas de interés más altas, que impiden el crecimiento económico sostenible. La delegación de autoridad para conducir la política monetaria a un banco central independiente, autónomo y responsable, con objetivos claramente definidos puede mejorar tanto la credibilidad como la flexibilidad del estado.
Para el ex primer ministro de Francia, Lionel Josmin “independencia significa ignorar las presiones, sea cual sea su origen. La independencia de los bancos centrales va más allá de la independencia del poder político, ejecutivo y legislativo. También iguala con independencia de intereses económicos privados o colectivos, autonomía frente al corto plazo, a menudo impuestas por los mercados de capitales y, por último, la libertad de acción cara a cara a la política monetaria de otros bancos centrales.”
Dado que los funcionarios del banco central suelen operar en una escala de tiempo más largo plazo que los políticos y por lo tanto, no se enfrentan a la misma tentación de moldear la política para lograr objetivos a corto plazo. Es importante entonces delegar las decisiones sobre las tasas de interés y otros asuntos monetarios a una institución independiente, con un mandato claramente definido, que permita a la sociedad aspirar a lograr un resultado de inflación mejor en a largo plazo.
Muchos estudios se han llevado a cabo para determinar si este argumento es válido. Todos parecen llegar a las siguientes tres conclusiones (Ahsan, Skully, & Wickramanayake, 2006):
En primer lugar, evidencian una correlación negativa entre la independencia del banco central y la inflación a largo plazo. Por tanto, una baja tasa de inflación, es más probable que se encuentre en los países con bancos centrales independientes que en los países donde el banco central está sujeto al control del gobierno.
En segundo lugar, muestran que existe una correlación negativa entre la independencia del banco central y el déficit presupuestario a largo plazo expresado como porcentaje del producto interno bruto de un país. Los países con bancos centrales independientes tienden a tener menores déficits presupuestarios que los que tienen los bancos controlados por el gobierno central.
En tercer lugar, los estudios en general, no encontraron ninguna evidencia de una correlación entre la independencia de un banco central y el crecimiento de la producción. Por lo tanto, no se espera que la producción o el empleo sufran como consecuencia de la independencia de los bancos centrales en el mediano y largo plazo.
Algunos críticos de la independencia del banco central argumentan que aunque la tasa media de inflación y el grado de independencia del banco central tienen una correlación negativa, esta relación no refleja una relación causal que va desde la independencia del banco central a la baja inflación. Ellos argumentan que los países en donde el electorado es particularmente hostil a la inflación están más dispuestos a mantener baja la inflación. Estos países también tienen más probabilidades de tener autoridades monetarias funcionalmente independientes con el fin de ayudar a preservar la inflación baja.
Por el contrario, países en donde los electores son más tolerantes a la inflación también son menos propensos a entregar la política monetaria a un banco central autónomo. Estos críticos sostienen que la inflación promedio se determina por la historia y las preferencias de los habitantes de un país con la causalidad yendo desde la inflación a la estructura institucional. De acuerdo con este punto de vista, los intentos de imponer un banco central independiente y con un propósito más anti-inflacionaria postura en un país tolerante con la inflación, están condenados al fracaso.
La autonomía y rendición de cuentas del banco central facilita la estabilidad de precios y del sector financiero, que son propicias para el crecimiento económico sostenible. La autonomía es a veces preferible al término “independencia”, ya que la autonomía implica la libertad de funcionamiento, mientras que la independencia indica una falta de restricciones institucionales. Un banco central debe tener claramente definidos y priorizados sus objetivos, debe tener la autoridad suficiente para alcanzar estos objetivos y además ser autónomos para mantener su credibilidad.
Este asunto de la independencia y autonomía del Banco Central ha generado un debate considerable en los últimos años. Como los bancos centrales son creados por legislación del gobierno, siempre hay algún tipo de relación entre el banco central y el gobierno. De hecho, puede que no sea posible separarlos por completo, el debate hoy es el alcance de separación correcto de los mismos, y ya con los argumentos expuestos anteriormente, cada individuo puede definir su posición al respecto.
Por Judit Núñez
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