Por SIMON NIXON
La reunión de líderes de la eurozona de esta semana, que no estaba diseñada para tomar decisiones, finalmente no decidió nada. ¿Y qué? La falta de conclusiones durante la cena del miércoles significa poco para la evolución de la crisis de la eurozona. Eso lo determinarán las elecciones griegas del 17 de junio y la cumbre del 30 de junio.
Poco pueden hacer los responsables de políticas de la eurozona con respecto a Grecia antes de sus comicios. No tienen otra opción más que volver a instar a Grecia a que cumpla los acuerdos adquiridos, dado que cualquier señal de que los está comprometiendo beneficiaría al partido Syriza, contrario al rescate, y a su líder Alexis Tsipras.
Es imposible adivinar qué pasará con Grecia si Tsipras obtiene el poder. Salvo que se produzca un catastrófico pánico bancario, podría haber muchos más actos en el drama griego. El acuerdo de rescate se diseñó para evitar el riesgo de un impago inmediato de la deuda extranjera. Ambas partes tienen un gran incentivo para evitar una salida de Grecia.
Con respecto a iniciativas más amplias para abordar la crisis, hay menos incertidumbre. Una propuesta –que la Unión Europea fomente el crecimiento de las economías con problemas aumentando los recursos del Banco Europeo de Inversiones para financiar inversiones en infraestructuras– ya ha sido aceptada, sujeta a que se resuelvan unos detalles técnicos, como encontrar la manera de garantizar que el BEI conserve su calificación de triple A.
Por otro lado, la propuesta franco-italiana de crear bonos estatales de la eurozona tiene cero posibilidades de adoptarse en estos momentos. Alemania no aceptará un bono común, mientras la deuda y los déficit sigan tan altos y viendo que algunos países –en particular Francia e Italia– han progresado poco a en sus reformas económicas. Según los actuales acuerdos fiscales de la eurozona, Alemania considera que los elevados tipos de interés en los países con problemas fiscales son la única manera de imponer la disciplina fiscal en países que de otra manera rechazan la reforma.
El verdadero premio en juego el 30 de junio es avanzar hacia una unión bancaria, incluido un fondo de rescate bancario paneuropeo respaldado por un régimen de resolución paneuropeo. Esto iría a la fuente real de las tensiones en la crisis del euro, rompiendo el vínculo entre la solvencia del gobierno y la solvencia bancaria. Evidentemente, hay obstáculos prácticos, entre ellos, fijar unas condiciones adecuadas: ¿Cómo pueden los gobiernos estar seguros de que el dinero de los contribuyentes no se está empleando en sanear las cajas de ahorros españolas que deberían cerrarse?
La Comisión Europea anunciará propuestas para crear un régimen común de resolución el 6 de junio, que abordará parcialmente estas preocupaciones. Además, la creación de un fondo europeo de rescate se lograría permitiendo que el Mecanismo Europeo de Estabilidad adquiera participaciones directas en los bancos.
Viendo el desafío político que supone lograr apoyo para lo que supone un tipo de transferencia fiscal, Alemania podría acordar esta medida sólo como último recurso, de acuerdo con una fuente cercana a la manera de pensar del gobierno. Pero el hecho de que Berlín no descarte esta medida significa que es posible dar un gran paso adelante.
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