Los empleados del subterráneo cumplieron su segunda jornada de huelga, en tanto al menos cuatro protestas que incluyeron cortes de circulación del tránsito en puntos estratégicos de la ciudad complicaron aún más el caótico escenario. Los otros medios de transporte colapsaron
Los trabajadores del subterráneo cumplieron hoy con su segunda y última jornada de paro que, complementado a otras protestas y piquetes, convirtió a la Ciudad de Buenos Aires en un caos de tránsito y colapsó el resto de los servicios de transporte público.
El millón y medio de pasajeros que se vio afectado por el cese del servicio por 36 horas quedó nuevamente preso de la encrucijada que se tornó cumplir con la rutina laboral, en una jornada en la que el Gobierno nacional y de la Ciudad finalmente no mantuvieron ninguna reunión para buscar una salida al conflicto por las paritarias.
Es que la búsqueda masiva de medios de transporte alternativos, sean trenes, colectivos, taxis o automóviles particulares, convirtió el centro porteño y sus vías de acceso en un hormiguero, especialmente en horas pico.
En este contexto, al menos cuatro protestas que incluyeron cortes de circulación de tránsito en puntos estratégicos de la ciudad complicaron el escenario, de por sí caótico.
El paro de 36 horas decretado por los empleados agrupados en la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP) sumó este jueves a la Unión Tranviarios Automotor (UTA), gremio de los maquinistas y guardas.
Desde temprano, miles de personas formaron largas colas en las paradas en un intento por tomar colectivos que ya salían abarrotados desde las terminales ferroviarias de Plaza Constitución, Once y Retiro, entre otras.
Además, en los accesos a la Capital Federal las demoras fueron de varios kilómetros a primera hora de la mañana, producto de que muchos eligieron el automóvil antes de que los servicios públicos de transporte para llegar a sus trabajos.
Pero a media mañana la situación se complicó aún más cuando el Camino del Buen Ayre, la avenida General Paz, la autopista Riccheri y la avenida 9 de Julio fueron escenario de protestas que provocaron demoras importantes.
Quienes ingresaban desde el norte de la provincia de Buenos Aires sufrieron por el corte que trabajadores de plantas recicladoras del Ceamse realizaron en Buen Ayre a la altura de la bajada de Debenedetti en reclamo de mejoras salariales.
Esto perjudicó a la autopista Panamericana y el Acceso Oeste, que absorbieron el tránsito que usualmente utiliza el Buen Ayre como alternativa para ingresar a la Capital Federal.
Este corte, además, obligó al Gobierno porteño a pedir que no se saquen los residuos domiciliarios debido a que los camiones de recolección -se advirtió- "no pueden llegar a la Planta Norte III de CEAMSE, donde se hace la disposición final".
En tanto, en la avenida General Paz, a la altura de Riccheri, vecinos del barrio porteño de Villa Lugano cortaron ambas manos en reclamo de viviendas, mientras que en el centro porteño fueron varias las marchas que complicaron durante todo el día con distintos protagonistas y puntos de concentración.
En la 9 de Julio, a la altura de la Avenida de Mayo, miembros de la CTA, ATE y de organizaciones sociales obstaculizaron el tránsito hasta el mediodía, mientras otro grupo piquetero se manifestó en la avenida Santa Fe.
Por la tarde, la Ciudad no tuvo descanso y en la intersección de Avenida de Mayo y Entre Ríos trabajadores del Sindicato de Gastronómicos bloquearon el paso de vehículos.
La hora del regreso tuvo un panorama similar, con los usuarios ocupando hasta el último espacio en colectivos y trenes en las estaciones cabeceras, y repitiendo las quejas por la poca intervención de los Gobiernos nacional y de la Ciudad para resolver el conflicto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario