lunes, 23 de enero de 2012

ANALISIS ► el problema de la deuda en la Eurozona

Aunque el Banco Central Europeo ha repartido el equivalente a tres años de analgésicos, la eurozona sigue teniendo un terrible dolor de cabeza.
Sin duda, las tensiones en los mercados de deuda de España e Italia se han relajado desde que el BCE proporcionara préstamos a los bancos por valor de 489.000 millones de euros por un plazo de tres años.
España ha sido el más beneficiado, ya que, en lo que va de año, ya ha conseguido captar el 20% de sus necesidades de financiación. Sin embargo, la mayor parte de sus emisiones de deuda han sido a corto plazo. Las ventas de bonos con un vencimiento más plazo podrían resultar más difíciles. Los bonos a corto plazo encuentran un refugio en los bancos nacionales que necesitan mantener reservas de liquidez.
Es probable que algunos recurran a la “estrategia Sarkozy", utilizando financiación barata del BCE para comprar bonos que ofrecen mayor rentabilidad, como recomendó el presidente francés Nicolas Sarkozy.
La decisión de la Autoridad Bancaria Europea de evitar que se repitan los test de estrés del año pasado, que obligó a los bancos a ajustar la deuda a precios de mercado, pueden fomentar el apetito de estos carry trades, potencialmente lucrativos. Sin embargo, los bancos no suelen comprar bonos con vencimientos a largo plazo, porque prefieren evitar este riesgo.
Desde el año pasado, los compradores extranjeros también se han mostrado reacios a comprar deuda de los países periféricos de la eurozona. España e Italia tendrán que acostumbrarse a depender más de la compra de deuda a más largo plazo por parte de gestoras de fondos nacionales, fondos de pensiones y aseguradoras. Esta semana, España ha tenido cierto éxito con la venta de bonos con vencimiento en 2022.
Pero las curvas de rentabilidad reflejan una demanda más baja de bonos a largo plazo. Desde el peor dato registrado en noviembre, el rendimiento de la deuda italiana y española a dos años se ha desplomado 3,8 y 2,9 puntos porcentuales, hasta el 3,93% y el 3,25% respectivamente. Pero el rendimiento a 10 años sólo ha caído 1,1 y 1,5 puntos –al 6,27% para Italia y el 5,23%, en el caso de España.
La caída de la rentabilidad a corto plazo reducirá los costes de financiación globales. Pero España e Italia no deberían caer en la tentación de emitir más bonos a corto plazo. Esto debilitaría una de sus principales ventajas como emisores de bonos: el largo vencimiento medio de su deuda, de 6,6 y 7,1 años respectivamente.
Y esto sólo generaría un mayor riesgo de refinanciación una vez que se retire la medicina de los créditos a tres años del BCE. Una estrategia mejor consistiría en pagar más por la deuda a largo plazo –por doloroso que resulte su rendimiento.
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