Por Missy Ryan y Ulf Laessing
TRIPOLI (Reuters) - El líder Muammar Gaddafi se convirtió el lunes en un fugitivo, mientras lo que quedaba de sus fuerzas leales presentaba batalla en la capital y los dirigentes mundiales aceptaban a los divididos rebeldes libios como nuevos gobernantes del país del norte de Africa.
Casi 48 horas después de un ataque rebelde desde varios frentes sobre Trípoli, lanzado junto con un levantamiento en la ciudad, los tanques y francotiradores de Gaddafi parecían controlar sólo pequeñas zonas de la capital, incluyendo su cuartel general de Bab al-Aziziya.
Los civiles, que el domingo por la noche abarrotaron las calles para celebrar el final de la dictadura, se quedaron en casa el lunes mientras sonaban los disparos.
El primer ministro de Gaddafi llegó el domingo por la noche a la isla tunecina de Yerba, un destino escogido por varios desertores y negociadores procedentes de Trípoli. Fuentes locales no pudieron indicar qué estaba haciendo allí.
En tanto, la televisión estatal suspendió sus emisiones y los rebeldes dijeron haber capturado sus sedes.
En el extranjero, un creciente número de embajadas libias tenía la bandera rebelde ondeando.
Corresponsales de Reuters dijeron que las fuerzas rebeldes buscaban a francotiradores de edificio en edificio. Tiroteos esporádicos y explosiones mantenían a los civiles dentro de sus hogares, esperando ansiosamente por el fin del enfrentamiento luego de un breve estallido de júbilo el domingo por la noche.
Miles de personas habrían muerto o estarían heridas por los enfrentamientos de casi dos días.
El paradero del líder era desconocido, pero Estados Unidos dijo que cree que está en algún lugar dentro de Libia.
El líder de 69 años, que instó a los civiles a tomar las armas contra las "ratas" rebeldes, dijo en una grabación de audio que estaba en la ciudad y que permanecería allí "hasta el final". Se especula con que Gaddafi estaría en alguna parte de la región de Sirte, donde nació.
Los líderes mundiales no dudan que, luego de seis meses de una revuelta muchas veces irregular respaldada por aviones de la OTAN, la a menudo dividida alianza rebelde esté a punto de tomar control del Estado del norte africano y sus extensas reservas del petróleo.
Algunos advirtieron sobre el riesgo de una guerra civil más prolongada y anárquica, que ha sido la más sangrienta de las revueltas de la Primavera Arabe iniciada en Túnez y Egipto.
CONDENA INTERNACIONAL
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo: "Muammar Gaddafi debe reconocer que su mandato ha llegado a su fin".
En tanto, el mandatario francés, Nicolas Sarkozy, que apostó desde el principio por los rebeldes libios, pidió a los leales a Gaddafi que "den la espalda a la ceguera criminal y cínica de su líder cesando inmediatamente el fuego, entregando sus armas y entregándose a las autoridades libias legítimas".
Egipto, cuya revuelta de la "primavera árabe" inspiró a sus vecinos, abandonó sus reparos y reconoció al Gobierno rebelde. Otros revolucionarios oprimidos del mundo árabe, especialmente en Siria, podrían tomar nota de un triunfo duramente peleado sobre la arena libia.
Dos hijos del líder fueron capturados, incluyendo a Saif al-Islam, acusado al igual que su padre de crímenes contra la humanidad.
La caída de Gaddafi podría dar un nuevo impulso a los grupos de oposición en Oriente Medio, especialmente en Siria.
"El tiempo se terminó", dijo Franco Frattini, ministro de Relaciones Exteriores de Italia, agregando que las fuerzas de Gaddafi ahora controlaban sólo entre el 10 y el 15 por ciento de la capital.
Laila Jawad, de 36 años, que trabaja como enfermera en Trípoli, dijo a Reuters: "Estamos a punto de librarnos del Gobierno del tirano. Es algo nuevo para mí. Estoy muy optimista. Alabado sea Dios".
En una medida coordinada el sábado por células rebeldes en la capital y con asaltos desde varios frentes, Trípoli fue escenario de uno de los peores enfrentamientos de la guerra.
Un funcionario del Gobierno había informado a Reuters que 376 personas de ambos bandos perdieron la vida y que alrededor de 1.000 resultaron heridas, aunque no estuvo claro qué tan actualizadas estaban las cifras.
Civiles se congregaron tarde el domingo en la Plaza Verde, un símbolo del culto a la personalidad del líder, y ondearon banderas rebeldes. Algunos dijeron que rebautizarían el lugar como "Plaza de los Mártires".
Sin embargo, en la mañana del lunes el portavoz rebelde Nouri Echtiwi dijo que soldados en tanques y camionetas armadas con ametralladoras habían salido del complejo Bab al-Aziziya de Gaddafi.
"Ellos dispararon al azar a todas las direcciones cuando escuchaban tiroteos", declaró.
LLAMADOS A LA MODERACION
La Unión Europea, cuyos miembros habían resuelto disputas con Gaddafi en los últimos años a cambio de suministro energético, acogió la "nueva era" en Libia.
"Estamos atestiguando los últimos momentos del régimen de Gaddafi", dijo la jefa de Política Exterior de la UE, Catherine Ashton. La funcionaria instó a los rebeldes a evitar los derramamientos de sangre y a respetar los derechos humanos para avanzar rápidamente hacia una democracia.
Sudáfrica, una potencia líder en el continente a la cual Gaddafi debía buena parte de la solidez e influencia de Libia, negó que hubiera enviado un avión para el gobernante o que estuviera planeando acoger a un líder acusado de crímenes contra la humanidad por la Corte Penal Internacional.
El lunes aparecieron los primeros indicios de planes para restaurar la producción petrolera de Libia que ha sido la base de su economía.
Personal técnico de la estatal de energía italiana ENI arribó al país del norte de Africa para ver formas de reanudar las operaciones de las instalaciones de crudo, informó el ministro Frattini.
En China y Rusia, duros críticos de la ofensiva área lanzada por la OTAN en marzo en apoyo de la revuelta, funcionarios acordaron que Libia parecía ahora tener nuevos líderes. En Pekín, el Ministerio de Relaciones Exteriores sostuvo que respetaría la decisión del pueblo libio.
(Redacción Buró Reuters; escrito por Giles Elgood y Alastair Macdonald; Editado en español por Marion Giraldo y Javier Leira
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