La UE sufre una parálisis preocupante, que acentúa su gravedad cada vez que debe enfrentarse de forma coordinada a una situación de dificultad.
La crisis financiera y económica es buena muestra de ello. Pero el último síntoma de la degradación del proyecto europeo lo constituye el brote bacteriológico que ya ha provocado 15 muertes y que las autoridades alemanas, ante la pasividad del Gobierno español, atribuyeron inicialmente de manera precipitada, infundada e irresponsable a una partida de pepinos procedente de España.
Eso ha provocado un tremendo daño al sector hortofrutícola español, víctima de la reacción en cadena de varios países que, siguiendo la estela de Alemania, bloquearon sus fronteras a todas las hortalizas procedentes de España. Después de los análisis preceptivos, las autoridades alemanas dicen ahora que los pepinos españoles no son la fuente de la variante de la bacteria E.Coli. La prioridad es la protección de las personas y eso implica coordinar los esfuerzos para localizar el verdadero origen del brote infeccioso.
Pero eso no excluye extraer lecciones de la irresponsabilidad del Gobierno alemán, causante de un gran perjuicio al sector hortofrutícola español al provocar de manera unilateral un alarmismo innecesario, vulnerando los protocolos de la UE que atribuyen a la Comisión la autoridad para gestionar este tipo de crisis y tomar las decisiones correspondientes.
Sin perjuicio de las eventuales indemnizaciones que deba exigir el Gobierno español, al menos este episodio debiera servir de experiencia para que la UE aprenda a gestionar de manera adecuada y coordinada futuras alarmas alimentarias.
Expansion.com
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