Por Shane Romig The Wall Street Journal
El millonario conservacionista estadounidense Douglas Tompkins pasó décadas —y gastó millones de dólares— para comprar unas 800.000 hectáreas de tierras prístinas en distintos puntos de Argentina y Chile, y no vacila cuando le preguntan qué planea hacer con sus propiedades: las va a regular.
Tomkins afirma que se imagina una serie de parques nacionales en los dos países, protegiendo las tierras y la biodiversidad de la región.
Pero su plan ha causado temores y desconfianza por parte de muchos residentes que desde hace tiempo desconfían de los extranjeros con mucho dinero, los cuales sospechan ofrecen poco más que explotación y neocolonialismo.
La presidenta argentina Cristina Kirchner presentó una ley para limitar la cantidad de tierras que pueden comprar los extranjeros en el país, en un intento por proteger los recursos naturales clave de la potencia agrícola. "Controlar la tierra es un tema vital y estratégico para el siglo XXI", afirmó la mandataria en un discurso en el que anunció la ley el 27 de abril.
La medida se produce en medio de presiones crecientes de agricultores y legisladores de todas las vertientes políticas para bloquear una ola de compras por parte de individuos y empresas ricas que apuestan a que esas tierras serán una inversión clave mientras la población del planeta sigue aumentando en los próximos años.
Alrededor de 7%, o 20 millones de hectáreas, ya está en las manos de extranjeros, indicó Omar Príncipe, quien dirige la comisión de tierras de un destacado grupo agrícola, la Federación Agraria Argentina. Su grupo menciona específicamente a Tompkins en su propuesta para limitar la cantidad de tierras que pueden poseer los extranjeros.
"Debemos ser cuidadosos y regular las cosas cuando tienen que ver con nuestros recursos naturales y Tompkins compró las mayores reservas de agua de América del Sur", afirmó Príncipe sobre la compra de una gran parte del enorme acuífero Esteros del Iberá, en Argentina.
En una entrevista, Tompkins afirmó: "Es sólo un acto para la tribunas por parte de algunos políticos, ultranacionalistas y anti-medioambientalistas".
Tompkins o sus fundaciones tienen propiedades que en total ascienden al tamaño aproximado de Puerto Rico, lo que lo convierte en un imán para las críticas en la región. Críticos chilenos sostienen que amenaza la soberanía del país, mientras en Argentina movilizó a grupos izquierdistas que afirman que su enfoque en proteger la naturaleza se produce a expensas de la justicia social.
De todos modos, Tompkins, de 68 años, disfruta de una creciente aceptación y apoyo ya que regala cientos de miles de hectáreas de tierras a los gobiernos que albergan sus proyectos.
En 2002, Tompkins y su esposa donaron tierras para conformar el Parque Nacional Monte León, en el sur de la costa argentina. Tres años más tarde, su Conservation Land Trust donó una propiedad en Chile para conformar el Parque Nacional Corcovado. Afirmó que planea hacer lo mismo con el resto de sus tierras durante los próximos 20 años, lo que llama "renta por nuestro tiempo en el planeta".
Tompkins amasó su fortuna al fundar The North Face, la línea de indumentaria para actividades al aire libre, que vendió en 1969, y luego la empresas de indumentaria deportiva Esprit Holdings Ltd., de la que se desprendió en 1989. Ha dicho que él y sus fundaciones han gastado más de US$350 millones en conservación y activismo durante los últimos 20 años.
Tompkins y su actual esposa, Kris Tompkins, primero se concentraron en establecer reservas naturales en el sur de Chile en los años 90. Su esposa, quien dirigió la empresa de indumentaria para actividades al aire libre Patagonia durante 12 años, ayuda a administrar su propio consorcio de conservación y los que la pareja comparte en América del Sur.
En Argentina, los Tompkins compraron cientos de miles de hectáreas de terratenientes privados a precios de ganga en 2002 en medio de una de las crisis económicas más profundas en la historia del país. Desde entonces, Tompkins ha reintroducido una cantidad de especies clave que habían sido virtualmente desterradas de la provincia de Corrientes. Enormes roedores conocidos como carpinchos abundan en su reserva, al igual que los grandes ñandúes, parecidos al avestruz. Su fundación también reintrodujo alrededor de 20 osos hormigueros gigantes, que comenzaron a reproducirse en libertad.
Pero la provincia, alentada por acusaciones de activistas izquierdistas locales de una trama estadounidense para tomar el control de los vastos acuíferos del norte de Argentina, enmendó su Constitución en 2007 para bloquear nuevas compras de tierras por parte de extranjeros.
El gobernador de Corrientes, Horacio Colombi, afirmó en una entrevista reciente que no hará cumplir la enmienda de propiedad extranjera como rige porque viola la constitución nacional. Sin embargo, el gobernador desconfía de las iniciativas de Tompkins.
"Las posturas extremas nunca conducen a algo positivo... Creemos en un desarrollo sustentable", indicó.
En el vecino Chile, los parques y el activismo de Tompkins contra propuestas de represas provocaron la molestia de los políticos locales, que temen que trabe el desarrollo económico. Algunos legisladores expresaron preocupaciones de que sus propiedades efectivamente dividan al país en dos.
Sin embargo, los esfuerzos de Tompkins están ganando adeptos en sitios importantes.
"Aunque aún hay sospechas, está disipando esas dudas"; indicó Heraldo Muñoz, director del programa de desarrollo para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas, en una entrevista. "Hay que valorar lo que ha hecho Tompkins".
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