sábado, 16 de julio de 2016

La cara desconocida de Niza/ Francia/ Fundamentos del horror

Las primeras informaciones sobre el atentado cometido en Niza han recordado que los ejecutores de la amenaza terrorista no son extraños, sinociudadanos europeos o inmigrantes solo en apariencia integrados en la sociedad. Mohamed Lahoualeh, nacido en la localidad tunecina de M’Salakam en 1985, camionero de profesión y responsable de la masacre en el Paseo de los Ingleses, no tenía una biografía muy distinta a la de tantos habitantes de esa ciudad mediterránea donde arrebató la vida a 84 personas. Según datos de 2013, casi sesenta mil de sus vecinos procedían ese año de otro país, en una población total de 342.000 almas. Más de diez mil, precisamente, habían llegado de Túnez.

El terrorismo que ha azotado Francia y Bélgica estos dos últimos años muestra que las políticas a favor de la integración no siempre han funcionado en ambos países. En enero de 2015, tras el ataque contra la revista satírica «Charlie Hebdo», el debate se abrió en torno a ese problema. Los hermanos Kouachi, de ascendencia argelina pero criados en tierra gala, asesinaron a los caricaturistas y abrieron una senda de violencia que otros retomaron meses más tarde, en concreto en noviembre. Entonces, la masacre cometida en París, que dejó 132 muertos, mostró que los autores, algunos con ascendencia magrebí, no habían abrazado del todo la ciudadanía europea de la que disfrutaban.

Política nacional

«Es una cuestión más de política nacional que de política local», explica a ABC el sociólogo y profesor universitario Claude Dargent, sobre los problemas de integración en Francia. Según este investigador, las diferencias entre dos ciudades como París y Niza no se vinculan tanto a su composición social, dado que en ambas la población magrebí representa un alto porcentaje de la inmigración, sino a la ubicación de esas comunidades en el tejido geográfico: si en la capital gala residen principalmente en las «banlieu», en la localidad mediterránea lo hacen en barrios situados dentro de la ciudad. Una realidad que rompe con las apariencias de la localidad de la Costa Azul.
«Niza tiene la fama de ser una ciudad de ricos, de jubilados, pero también hay barrios populares, y como en todos los barrios populares franceses, hay una población inmigrante, de origen magrebí, con una parte evidentemente musulmana», explica el también investigador Dargent.
En 2013, el principal país de procedencia de los inmigrantes de Niza eraTúnez (10.601), seguido de lejos por Marruecos (6.846), Italia (6.744) y Argelia (5.727). Los vínculos históricos –el pasado colonial– y los lingüísticos –en Túnez, en Argelia y en Marruecos se habla francés– explican en parte un éxodo que, aunque no es reciente, no siempre se ha saldado con la integración deseada.
Esa situación particular de Niza también encuentra su origen en el pasado. «Los ingleses ricos frecuentaban la ciudad desde principios del siglo XX, una situación que atrajo a población de clase alta, pero por otro lado también había zonas populares», recuerda Dargent.
La fuerza turística de la localidad mediterránea se deduce a través de las cifras: más de cuatro millones de personas la visitan a lo largo del año. Las consecuencias del atentado del jueves pueden repercutir en ese pulmón económico de la ciudad, aunque la prosperidad de la que disfruta es relativa. Precisamente, la Afp recordó ayer que las cifras de desempleo son altas y alcanzaron un 15% en 2013, frente al 10% de media nacional. «Uno de los principales problemas para la integración es el paro», apostilló el sociólogo.
El cóctel de pobreza y la segregación por barrios de las ciudades galas contribuye a facilitar la radicalización de la población magrebí practicante del islam en Francia. La apuesta del grupo terrorista Daesh, que invita a sus seguidores en Occidente a perpetrar ataques usando cualquier medio a su alcance, se une a esos factores para convertir el terrorismo en un peligro difícil de erradicar.
Fuente ABC.es

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